
Los comerciales, los cortos, el cine, la televisión, son un reflejo no pocas veces exagerado o desdibujado de lo que sucede en la sociedad en su conjunto. El comercial que Gilette acaba de lanza hace apenas unos días, es fiel reflejo de lo que acabo de comentar. Y ha desatado una controversia que ni ellos mismos creo que imaginaban.
Miles, sino millones de personas, se encuentran divididas y comentando a favor y en contra. Desde profesores de filosofía, periodistas, personas del espectáculo y ciudadanos «de a pie», se encuentran dando su opinión al respecto. Lo cierto es que Gillette ha hecho un muy buen trabajo (desde una mirada publicitaria), si su marca ya era reconocida y bien posicionada a nivel mundial, luego de este comercial, ha quedado anclada en la historia.
Masculinidad tóxica
«Toxic masculinity» (masculinidad tóxica). El comercial empieza con fuertes afirmaciones. Muchas mujeres lo han aplaudido, el movimiento #metoo ha encontrado un excelente aliado, los movimientos feministas amanecieron con el comercial colgado en sus páginas. Mis tías, amigas, y amigos tienen algo que decir al respecto y seguro tú también. Finalmente Gillette está haciendo lo que casi todos hacen, seguir las tendencias, adoptar lo políticamente correcto sin sentarse a cuestionar y analizar un poco mejor la situación.
La controversia que ha desatado enfrenta a los que lo han considerado como una obra a favor de una nueva masculinidad (que lo es), contra los hombres (y sus mujeres también) que se han sentido fuertemente ofendidos justo en aquello que los caracteriza: su hombría.
No voy a exponer mi posición sobre el comercial, creo que pueden leerla entre líneas. Quiero apuntar a algunos aprendizajes que podemos sacar sobre una situación así y que seguro podemos utilizar en nuestro apostolado cuando hablamos de hombres y mujeres. De lo masculino y lo femenino.
1. El generalizar, ofende
Hasta el momento que publiqué este post, el video original presenta 35k me gusta contra 63k no me gusta, algo debe significar esto. Hay un número importantes de personas que se ha sentido ofendida con las afirmaciones del comercial.
Es una realidad de invisibilidad y atropellos que la mujer ha sufrido durante toda la historia (aún los sigue sufriendo). Creo que no exagero si pregunto a mi alrededor y todas las mujeres que encueste respondan que en algún momento han (hemos) recibido un «piropo» que sonaba no solo a insulto sino que también daba miedo y vergüenza (tan solo escuchemos las letras de algunas canciones y géneros musicales).
No hemos sido pocas las que hemos sufrido algún tipo de abuso sexual. Y sin embargo hay que aceptar que no son la mayoría de los hombres los que presentan este comportamiento, o que han sido solo hombres los agresores. Existen muchos, muchísimos hombres, la mayoría diría yo, que son los que salieron a defenderme en mi adolescencia, los amigos que tuvieron la valentía de ponerle el pare a algún abusivo. Fue mi padre quién me advirtió sobre las relaciones tóxicas, mis hermanos que me cuidaron con ternura, mi abuelo que me formó en la lectura, mi esposo que hoy es el guardián de mi corazón y mi hijo que me muestra un amor y admiración sin precedente.
Generalizar, ofende. A nadie le gusta que lo metan en una misma bolsa. El ser distinto y único nos caracteriza. No podemos salir y afirmar que solo algunos son los buenos, porque ciertamente no es real.
2. Es necesario mirar con objetividad
Frente a la generalización, mirar con objetividad y confrontar con la realidad es de suma importancia. Dejarse llevar por el subjetivismo, por lo que todo el mundo repite sin reflexionar, no aporta. Si tu historia personal no ha sido la mejor, si has tenido problemas con los hombres, es importante que veas que el problema no es porque los hombres sean malos (hay mujeres malas también), es porque han sido personas dañadas, mal educadas, mal amadas. No es cuestión de género, es cuestión de educación y cultura.
Así como muchas mujeres afirman que han sufrido abusos, muchas podrán hacer el ejercicio y mirar a los hombres que tienen alrededor y encontrar figuras admirables. Si un hombre es malo, no es malo porque sea hombre, es malo porque eligió serlo, porque tiene una patología. No se es malo por ser hombre. Necesitamos mirar con objetividad.
3. Somos diferentes y en la diferencia nos enriquecemos
Lo masculino se caracteriza por la fortaleza física, la agresividad y la necesidad de poner toda esa energía en movimiento. Los niños varones no son toscos porque sean salvajes, o porque los hombres por ser hombres vinieron dañados. Esa es parte de su naturaleza, sus hormonas tienen responsabilidad en esto, su biología y psicología son distintas. Se necesita proveer de los espacios y la formación necesaria para que los varones sepan direccionar sus características masculinas propias y se desplieguen.
La fortaleza física tiene un sentido; la ayuda y la protección. El proveer de sostén, y con esto no me refiero a el proveer como rol de género, me refiero a cubrir, a salir a defender a los suyos. Si negamos esto por simplemente negarlo, porque está de moda y tal, estamos negando la evolución misma del ser humano y el sentido por el cual somos como somos. La frase «Boys will be boys» (Los niños, siempre serán niños) no tiene porqué gozar de una connotación negativa.
Estamos volviendo a esos pensamientos arcaicos que tanto criticamos. ¿No eran consideradas las mujeres como seres inferiores?, ¿no nos mostró la historia que pensar de esa manera solo trae dolor y sufrimiento a la humanidad en su conjunto?, ¿no hemos aprendido acaso? Ahora resulta que consideramos al hombre inferior…
Como cristianos no podemos olvidar la dignidad que poseemos todos los seres humanos sin distinción de sexo. Cómo es necesaria una educación que nos oriente hacia quiénes somos y busquemos tender lazos de reconciliación y aprendizaje en lugar de enfrentamiento y dolor.
4. Todos podemos ser mejores
Todos podemos ser mejores siempre. No solo se trata de «el mejor hombre que puedes ser, o de la mejor mujer que puedes ser», se trata de lo mejores que podamos ser como seres humanos. Todos estamos en un continuo proceso de aprendizaje. Somos seres, de alguna manera, incompletos, siempre aprendiendo, siempre pudiendo amar más.
Lo que de ninguna manera signifique que mejorar tiene que ver con dejar de ser quien soy en esencia o ir contra la naturaleza. Además este proceso de mejora, es un proceso que se da en libertad. Yo no puedo educar a mi hijo pensando desde un principio que por ser hombre es un potencial abusador y que podría mejorar si niega su masculinidad o si la cambia. Los niños seguirán siendo niños, necesitan serlo y nosotros como sociedad también necesitamos formarnos para educarlos respetando y honrando su masculinidad.
5. No sigas pensamientos y actitudes solo porque están de moda, o porque son políticamente correctos
El discernimiento, es fundamental en el ser humano. No somos corderos, aunque muchas veces lo parecemos. Somos seres con inteligencia y voluntad. Frente a corrientes de pensamiento que tocan la intimidad del ser humano, tienes que cuestionarte. Tienes que, por lo menos tratar de mirar la película completa y no simplemente parcializar las cosas y formar parte de «los buenos contra los malos», por lo tanto todo el que piensa distinto a ti, es malo, por lo tanto hay que atacarlo. Busca la verdad y abre el pensamiento a informarte con fundamento y no con sentimentalismo o acomodando la verdad a tu conveniencia, o a la conveniencia de los que manipulan. Aprende a cuestionar y a cuestionarte. Busca respuestas, aprende a discernir la verdad de la falsedad. La libertad de la esclavitud y la manipulación.
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