

No es noticia que el «Super Bowl», la final del campeonato profesional de fútbol americano, NFL por sus siglas en inglés, se ha convertido en un mega evento por el que las empresas de todo el mundo pagan cantidades exorbitantes por un minuto de publicidad. Las marcas son expuestas a millones de personas en el mundo entero. Esto se ha vuelto tan grande que incluso ahora existe una competencia entre las empresas de publicidad por el mejor comercial transmitido durante este evento. Si son fanáticos del fútbol o si simplemente les encantan los mega eventos sabrán a lo que me refiero.
Ayer un video en particular hizo noticia y se convirtió en minutos en trending topic: «Ultrasound», un comercial de Doritos que quedó entre los finalistas al mejor comercial. El video muestra el innegable vínculo entre los padres y su hijo por nacer. Una típica escena de la vida cotidiana que ha traído más de una sonrisa y a millones de personas que se identifican con la situación. Millones han reído y han celebrado la vida junto a Doritos.
Causa sorpresa que a la vez organizaciones a favor del aborto y sus seguidores (a los que no les haré propaganda), tilden este comercial de sexista y se desgarren las vestiduras porque el video trata de “humanizar” fetos humanos. Escribir esta última frase hace que se me raye el disco: “¿humanizar fetos humanos?” Parece un trabalenguas. ¡Si es un feto humano, es indiscutiblemente humanizable!, ¿qué otra cosa podría ser? Estos son los encuentros con el relativismo que me destiemplan: teniendo algo evidente frente a ellos, no solo son capaces de no reconocerlo, sino además de ponerle nombres incongruentes: Un feto humano no “humanizable”.
No quiero hacer propaganda a Doritos, no sé cuál es su posición con respecto a la vida, pero sí puedo agradecer y celebrar un comercial tan cómico, con el cual millones nos hemos sentido identificados y conmovidos: la llegada de un hijo y esos primeros signos de comunicación y de unión familiar. Signos que solo suceden entre humanos: la ilusión por dejarle un legado, una herencia que tal vez sean tus gustos…, humanos, por supuesto.
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