

Me gusta poner el corazón en todos estos problemas y ofrecerle a Dios, al mismo tiempo, cosas muy humanas y otras muy divinas. ¿Verdad que ése es nuestro Camino? Los pies en la tierra, pero mirando siempre (cada ratito) al Cielo, para ver luego más claro lo que pasa junto a nosotros. — Cartas a un santo, Madrid, 7 de junio de 19491