La complacencia y el movimiento o vuelo de la voluntad hacia la cosa amable, es, propiamente hablando, el amor; de suerte, que la complacencia no es más que el comienzo del amor, y el movimiento o vuelo del corazón, que de ella se sigue, es el verdadero amor esencial.

Pueden ambos recibir de verdad el nombre de amor, pero de una manera diversa; porque, así como el alba del día puede llamarse día, también esta primera complacencia del corazón, en la cosa amada, puede llamarse amor; porque es el primer amago del amor.

Mas así como el verdadero día se pone el sol, de la misma manera, la verdadera esencia del amor consiste en el movimiento y el vuelo del corazón, que sigue inmediatamente a la complacencia y termina en la unión. — Tratado del amor a Dios, libro 1, capítulo 6