Tantos años me he pasado trabajando por ser agradecida con Dios, que al ver mi impotencia me le declaré vencida y determiné dejarme amar, con un abandono completo. Por eso viendo que la lucha era tan desigual, tuve que abandonar las armas y le digo: «Vencida por tu amor, no me queda más camino que dejarme querer». Ya no pienso en luchar por corresponderle, porque la lucha supone armas iguales, ¿Cuáles son las nuestras, para ponerlas en comparación con las suyas? Lo único que me resuelvo a hacer es decirle que Él mismo venga al sitio de mi derrota, en donde me encontrará abandonada a su amor, en la más dulce derrota. — Historias de la misericordia de Dios en un alma, Pag, 104