

Que tu alma no sea para esta agua vivificante una cisterna, por momentos desbordante y por momentos seca por el calor abrasador de la gloria y la elevación; pero que llegue a ser una fuente de impasibilidad de donde brote siempre el río de la pobreza. Debe saber, amigo, que los valles producen abundancia de trigo y de frutos espirituales. El valle es el alma que permanece humilde entre las montañas, es decir, entre las virtudes espirituales, sin orgullo e inquebrantable. — La Santa Escala. Pag, 112