Una vez que hemos creído que Dios es Dios, el alma se enamora de Él viendo que le da tanta luz como es poseer la verdad; y también saber que Él nos ha creado a su imagen y semejanza; y que nos ha dado al Verbo, su unigénito hijo.. Tú, Deidad, eres la suma sabiduría, y yo, ignorante y miserable criatura. Tú eres suma y eterna bondad, y yo, frágil e ínfima criatura, pecadora, pues nunca te amé. Tú, por amor, me sacaste a mí de ti, y a todos nos has sacado de ti. — La Celda Interior. Pag, 10