De una cosa me tengo que convencer: Todo lo que hago es por Dios. Las alegrías Él me las manda; las lágrimas, Él me las pone; el alimento por Él lo tomo, y cuando duermo por Él lo hago. Mi regla es su voluntad, y su deseo es mi ley. Vivo porque a Él le place, moriré cuando quiera. Nada deseo fuera de Dios. Que mi vida sea un «fiat» constante. Que la Santísima Virgen María me ayude y me guíe en este breve camino de la vida sobre el mundo. — Dios y mi alma. Pag, 2