

Hemos estudiado anteriormente el flagelo de las obsesiones. En el camino de la vida uno se encuentra con gentes que sufren de complejos de culpabilidad, recuerdos obsesivos, fijaciones de toda clase, temibles fuentes de tristeza y angustia. Uno les aconseja que procuren retirar de sus mentes tales obsesiones, y siempre responden con las mismas palabras: «No puedo». ¿Cabe mayor desgracia? Esta liberación no la van a conseguir así sin más, como si tal cosa. Deberán ejercitarse pacientemente en prácticas que les ayuden a obtener el ansiado dominio sobre su mente y el consiguiente descanso. Para esta finalidad, les presentamos aquí unas cuantas técnicas. — Del sufrimiento a la paz. Pag, 86