Te agradezco, oh Jesús, esta gran gracia de permitirme conocer todo el abismo de mi miseria; yo sé que soy un abismo de nulidad y si Tu santa gracia no me sostuviera, en un solo momento me volvería a la nada. Pues, con cada latido del corazon, Te agradezco, oh Dios, Tu gran misericordia conmigo. —La Divina Misericordia y mi alma. Pag, 85.