Señor, tened piedad de mi… Sufro, sí…, pero quisiera que mi sufrimiento no fuera tan egoísta. Quisiera, Señor, sufrir por tus dolores de la cruz, por los olvidos de los hombres, por los pecados propios y ajenos…, por todo, mi Dios, menos por mí. ¿Qué importo yo en la creación? ¿Qué soy delante de Ti?… ¿Qué representa mi vida oculta en la infinita eternidad?… Si me olvidara de mí mismo, mejor sería Señor. — Dios y mi Alma, Pag 3