

Una de las descripciones más acertadas y bellas que la Madre Teresa hizo de sí misma se dio en una respuesta a un grupo de periodistas. Uno de los reporteros dijo:
—Madre Teresa, ¡lo que usted hace es maravilloso!
Y ella contestó:
—Sabe, yo solo soy un pequeño lápiz en la mano de Dios. Un Dios que va a escribir una carta de amor al mundo.
Lo que la Madre Teresa quería decir es que debemos dejar que Dios nos utilice como nosotros utilizamos un lápiz. Del mismo modo que necesito un lápiz para escribir, para poner en el papel lo que pienso y quiero decir, así Dios, de manera similar, se sirve de seres humanos para expresar lo que piensa y quiere decir.
Dios es grandioso, sin embargo, es también humilde y se sirve de nosotros –seres humanos imperfectos– para manifestar su grandiosidad. —La Madre Teresa de Calcuta. Un retrato personal. Pag 19