No sirve decir: hay que poner remedio a la tibieza con el fervor. Es como decirle a un enfermo que el remedio a su mal es la salud, ignorando que precisamente este es su problema: no tener salud. El fervor es el opuesto de la tibieza, no su remedio. Con eso se nos da también una esperanza a nosotros. Si nos parece que tenemos los síntomas de este «mal oscuro» de la vida espiritual que es la tibieza, si nos encontramos apagados, fríos, apáticos, insatisfechos de Dios y de nosotros mismos, el remedio existe y es infalible: ¡nos hace falta un hermoso y santo Pentecostés! — Ven Espíritu Creador. Pag, 160