

También nosotros (como Pedro) deseamos a Dios, también queremos ser generosos, pero también nosotros nos esperamos que Dios sea fuerte en el mundo y transforme inmediatamente el mundo, según nuestras ideas, según las necesidades que vemos. Dios opta por otro camino. Dios escoge el camino de la transformación de los corazones en el sufrimiento y en la humildad. Y nosotros, como Pedro, siempre tenemos que convertirnos de nuevo. Tenemos que seguir a Jesús y no precederle: Él nos muestra el camino. Pedro nos dice: tú piensas que tienes la receta y que tienes que transformar el cristianismo, pero quien conoce el camino es el Señor. Es el Señor quien me dice a mí, quien te dice a ti: «¡sígueme!». Y tenemos que tener la valentía y la humildad para seguir a Jesús, pues Él es el Camino, la Verdad y la Vida.