

A quienes (Jesús) quería ver unidos a Su Persona, para asociarlos a su obra, les decía: Ven y sígueme. Y seguirlo era desaparecer, escucharlo en lo secreto, reflexionar y orar en silencio.
También para nosotros es la vida cristiana, ante todo, una vida oculta. No seguiremos a Jesús si no empezamos por poner silencio en nuestros días, a fin de unirnos a Dios en lo secreto. El silencio es la atmósfera de la santidad. Sin duda, el Maestro nos ha ordenado ser sus testigos; pero si careciésemos de vida interior no testificaríamos en favor del Evangelio. — En lo secreto, pág. 20