Cuando el sexo está divorciado del amor, hay una sensación como de estar detenido en el vestíbulo del castillo del placer, y de que el corazón no es admitido en la ciudadela, aun después de haber cruzado el puente. La tristeza y la melancolía son la consecuencia de esta frustración del destino, porque está en la naturaleza del hombre sentirse triste cuando se le arranca de sí mismo o cuando se manifiesta exteriormente sin por eso acercarse a su meta. Hay una relación más estrecha de lo que se piensa entre la inestabilidad mental y el punto de vista animal respecto al sexo. La felicidad consiste en la intimidad del espíritu, es decir, en el desarrollo de la persona en relación con un destino celestial.