Los pájaros temen el aspecto del halcón y los que trabajan para practicar la humildad temen mucho el sonido de la contradicción. Muchos obtuvieron la salvación sin predicciones, ni iluminaciones, ni señales, ni prodigios; pero sin humildad no entrará nadie en la cámara nupcial. En efecto, la humildad es guardiana de esos dones y, sin ella, conducirán a la ruina a las almas demasiado ligeras. Para aquellos de nosotros que no quieren humillarse, el Señor, en su providencia, dispuso que nadie mejor para ver nuestros defectos que nuestro prójimo. Así estamos obligados a atribuir nuestra curación con acción de gracias no a nosotros mismos, sino a él y a Dios. — La Santa Escala. Pag, 116