Una noche, desde el fondo de mi corazón oí una voz que me sugería: «¿Por qué te atormentas así? Tienes que distinguir entre Dios y las obras de Dios. Todo lo que has realizado y deseas continuar haciendo: visitas pastorales, formación de seminaristas, religiosos, religiosas, laicos, jóvenes, construcción de escuelas, de hogares para estudiantes, misiones para evangelización de los no cristianos… todo esto es una obra excelente, ¡son obras de Dios, pero no son Dios! ¡Si Dios quiere que abandones todas estas obras, poniéndolas en sus manos hazlo pronto y ten confianza en Él. Dios lo hará infinitamente mejor que tú; confiará sus obras a otros que son mucho más capaces que tú. Tú has elegido sólo a Dios, no sus obras» – Cinco panes y dos peces.