

Perdón significa que renunciemos a esa posición ofensiva del odio natural. Debemos superar el temor y arriesgarnos a quedar indefensos, sabiendo que lo auténtico nuestro no puede herirlo el enemigo. Perdonar supone una valentía, que brota de la más íntima seguridad, porque quien perdona es más fuerte que quien teme y odia – El Señor.