Qué hermosa profesión voy a hacer el día de mi muerte!… ¡Votos eternos de amor!… para siempre…, siempre… ¿Quién piensa en la tierra y en los hombres? Todo es perecedero, pequeño y deleznable… Solo Dios…

Todo lo externo es vanidad… Solo Dios… El tiempo y el hombre pasan… Solo Dios. Solo Dios… Solo Dios… Solo Dios… sea mi vida, y María mi buena Madre, me ayude a caminar en este valle de miserias. Así sea. —Dios y mi alma. Pag, 8