

A los que piden y no obtienen de Dios el cumplimiento de su pedido, esto les ocurre siempre por una de las siguientes razones: porque su demanda es prematura; o porque está justificada o inspirada por la vanagloria. O porque se enorgullecerían de ser escuchados; o finalmente, porque se volverían negligentes después de haber obtenido lo que piden. — La Santa Escala. Pag, 124