El diablo y los ángeles desertores de la justicia, que anteriormente tenían gran poder, fueron reducidos por su ingratitud y soberbia hasta el punto de no tener ningún poder sobre ninguna criatura, sino en cuánto les es permitido por la voluntad del cielo.

La imitación del amor del Hijo de Dios, que destruyó al diablo con su cruz, también anula ahora la discordia y el resto de vicios entre los creyentes y reduce a la nada al antiguo seductor del género humano—Libro de las obras divinas, Primera visión de la primera parte XII.