

Creo que esto es lo que tenemos que buscar: la santidad, la alegría, el amor de nuestros propios hogares. Tenemos que hacer de nuestros hogares otros Nazaret adonde Jesús pueda venir y vivir con nosotros.
La santidad no es un lujo de pocos. Es un deber elemental, vuestro y mío. La santidad es aceptar lo que Jesús nos da y dar lo que Jesús nos pide con una gran sonrisa. Esto es hacer la voluntad de Dios. — Seremos juzgados sobre el Amor, pág. 35