

Aunque orar es fundamentalmente obra de la gracia, es también un arte, y como arte está sometido, a nivel psicológico, a las normas de todo aprendizaje como en cualquier actividad humana. El orar bien exige, pues, método, orden y disciplina. En una palabra, técnica. Comprendo que a una simple campesina, sin necesidad de técnica alguna, Dios, por la vía de gracias infusas y gratuidades extraordinarias, puede descubrirle insondables panoramas del misterio de su ser y su amor — Muéstrame tu rostro. Pag, 109