

¿Puedo pedirte, amigo, que no sigas luchando porque el mañana vaya a ser o pueda ser mejor que el presente, sino que empieces a luchar por la simple razón de que es tu obligación como hombre que ha de sacarle jugo a su vida, sea esta la que sea? ¿Cómo podríamos llamarnos hombres si solo estuviéramos dispuestos a serlo cuando seamos felices o, más exactamente, cuando las cosas nos vayan bien? No llores; lucha. Si has perdido «un» amor, no has perdido «el» amor. Olvídate un poco de ti, busca la manera de hacer felices a los demás. Ahí encontrarás la felicidad que nadie va a poder quitarte. — Razones para la esperanza. Pag 191