

Nunca he tenido miedo a la muerte. Y esto no solo porque tenga fe, sino también porque me he acostumbrado a vivir con ella en casa. Sé que ella anda en zapatillas por mis habitaciones, amiga y compañera, ya no amenaza sino acicate. Y su recuerdo me sirve para darme más prisa a vivir. — Mil Razones. Pag, 7