No digas que te encuentras sola subiendo al Calvario y que te encuentras sola luchando y llorando, porque contigo está Jesús, que no te abandona nunca.

Tú querrías verlo, lo querrías sentir; pero, créeme, esto sería lo peor para ti, y sufrirías demasiado si Jesús se te revelase. Por amor del cielo te ruego que calmes tus ansias, tus aprensiones al respecto.

Vive tranquila y avanza siempre, y que no te detenga en esa carrera la aseveración que te hago en el dulce Señor de que estás cerca de la mitad del camino hacia la cima del calvario.

Estás en la más oscura noche, es cierto; pero el pensamiento de una aurora luminosa y de un mediodía radiante te sostenga, te anime y te estimule a seguir siempre hacia delante.

El que hasta ahora te ha sostenido, no dudes, continuará sosteniéndote, cada vez con más paciencia y con mayor complacencia divina, en lo que resta del áspero y duro viaje. —365 días con el Padre Pío. Pag, 164