

Esto, Señor, hace tu amor; que sin méritos míos, me previene y me socorre en tantas necesidades, guardándome también de graves peligros, librándome, para decir verdad, de innumerables males.
Porque yo me perdí amándome desordenadamente; pero buscándote a ti solo, y amándote puramente, me hallé a mí y a ti, y por el amor me reduje más profundamente a mi nada.
Porque tú ¡oh dulcísimo Señor! haces conmigo mucho más de lo que merezco, y más de lo que me atrevo a esperar o pedir. —Imitación de Cristo. Pag, 35