Por lo que, puesto que la ley de Moisés estaba fundada sobre la justicia y el castigo, así la nueva ley dada por Cristo crucificado, vida evangélica, está fundada en el amor y la misericordia. Puesto que Él es dulce y benigno, siempre que el hombre vuelva a Él humilde y creyente, y creyendo por Cristo se tiene la vida eterna. Y parece que no quiere recordar las ofensas que nosotros le hacemos; y que no quiere condenarnos eternamente, sino que siempre quiere ser misericordioso. — Carta n° 15