

Cuando te hayas consolado (siempre se consuela uno) estarás contento de haberme conocido. Serás mi amigo y tendrás ganas de reír conmigo.
Algunas veces abrirás tu ventana solo por placer y tus amigos quedarán asombrados de verte reír mirando al cielo. Tú les explicarás: «Las estrellas me hacen reír siempre». Ellos te creerán loco.
Y yo te habré jugado una mala pasada… Y se rió otra vez. —Será como si en vez de estrellas, te hubiese dado multitud de cascabelitos que saben reír…—El Principito. Pag, 32