La oración es, en cuanto a su naturaleza, la conversación y la unión del hombre con Dios y, en cuanto a su eficacia, la madre y también la hija de las lágrimas, la propiciación para los pecados, un puente elevado por encima de las tentaciones, una muralla contra las tribulaciones, la extinción de las guerras, la obra de los ángeles, el alimento de todos los seres incorpóreos, la alegría futura, la actividad que no cesa jamás, la fuente de las gracias, el proveedor de los carismas, el progreso invisible, el alimento del alma, la iluminación del espíritu, el hada que cercena la desesperación, el destierro de la tristeza, la riqueza de los monjes, el tesoro de los hesicastas, la reducción de la cólera, el espejo del progreso, la manifestación de nuestra medida, la prueba del estado de nuestra alma, la revelación de las cosas futuras, el anuncio seguro de la gloria. Para el que reza verdaderamente, la oración es la corte de la justicia, la sala del juicio y el tribunal del Señor antes del juicio futuro. —  La Santa Escala. Pag, 155