

La misión del apóstol se puede comparar a la de aquel hombre que, en una ciudad sitiada por el enemigo y a punto de que sus habitantes perezcan de sed, se encuentra dueño de la vida o de la muerte de sus habitantes, pues él conoce una corriente de aguas subterráneas que puede salvar sus hermanos; es necesario un esfuerzo para ponerla a descubierto. Si él se rehúsa a ese esfuerzo, perecerán sus compañeros ¿se negará al sacrificio?