

¿Cómo va ese corazón? No te me inquietes: los santos que eran seres bien conformados y normales, como tú y como yo sentían también esas «naturales» inclinaciones.
Y si no las hubieran sentido, su reacción «sobrenatural» de guardar su corazón alma y cuerpo para Dios, en vez de entregarlo a una criatura, poco mérito habría tenido. Por eso, visto el camino, creo que la flaqueza del corazón no debe ser obstáculo para un alma decidida y «bien enamorada». —Camino. Punto 164