

¿Cómo va ese corazón? -No te me inquietes: los santos -que eran seres bien conformados y normales, como tú y como yo -sentían también esas «naturales» inclinaciones. Y si no las hubieran sentido, su reacción «sobrenatural» de guardar su corazón -alma y cuerpo- para Dios, en vez de entregarlo a una criatura, poco mérito habría tenido. Por eso, visto el camino, creo que la flaqueza del corazón no debe ser obstáculo para un alma decidida y «bien enamorada» — Camino, Pag 82