Quien pide a Dios menos de lo que merece, seguramente recibirá más de lo que merece. Es lo que se ve claramente en el ejemplo del publicano: pedía el perdón y recibió la justificación (cf. Lc 18:10); y el ladrón pedía sólo que el Señor se acordara de él en su Reino, pero recibió el paraíso como herencia (cf. Lc 23:43). — La Santa Escala. Pag, 116