

Jesucristo tiene ahora muchos amadores de su reino celestial, pero muy pocos que lleven su cruz. Tiene muchos que desean el consuelo, y muy pocos que quieran la tribulación. Muchos compañeros halla para la mesa, y pocos para la abstinencia.
Todos quieren gozarse con él, mas pocos quieres sufrir algo por él. Muchos siguen a Jesús cuando no hay adversidades; muchos le alaban y bendicen en el tiempo que reciben de él algunas consolaciones; mas si Jesús se escondiese y los dejase un poco, luego se quejarían y abatirían.
Pero los que aman a Jesús por él mismo, y no por algún propio consuelo suyo, bendícenle en toda pena y angustia del corazón, tan bien como en el consuelo. Y aunque nunca más les quisiere dar consuelo, siempre le alabarían y darían gracias. ¡Oh cuánto puede el amor puro de Jesús sin mezcla del propio amor! —Imitación de Cristo. Pag, 26