Las épocas de aridez ayudan a que nuestra alma avance por el camino del amor puro de Dios. En adelante ya no actúa bajo la influencia del gusto y del sabor que hallaba en las acciones; solo se mueve para agradar a Dios. Os digo siempre que améis vuestro retraimiento. Y eso consiste en seguir siendo humildes, serenos, afables y confiados en los períodos de tinieblas y de impotencia; consiste en no turbaros, sino en abrazar vuestras cruces y vuestras tinieblas de buena gana – no digo con alegría, sino con resolución y demostrando constancia. — Carta espiritual del Padre Pio. Pag, 9