

En el conocimiento de nosotros mismos, porque el alma que conoce que no existe por sí misma y que debe a Dios la existencia, no puede levantar su cabeza contra su Creador ni contra el prójimo, ya que ella es lo que de por sí no existe, y por eso
no tiene de qué ensoberbecerse. — La Celda Interior. Pag, 11