

He aquí, dice la Virgen, la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. Siempre suele ser familiar a la gracia la virtud de la humildad, pues Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes. Responde, pues, humildemente, para preparar de este modo conveniente trono a la divina gracia.
He aquí, dice, la esclava del Señor. ¿Qué humildad es esta tan alta que no se deja vencer delas honras ni se engrandece en la gloria? Es escogida por Madre de Dios y se da el nombre de esclava. Por cierto, no es pequeña muestra de su humildad, no olvidarse de la humildad en medio de tanta gloria como le ofrecen. No es cosa grande ser humilde en el abatimiento, pero es muy grande y muy rara ser humilde en el honor. — La Virgen Madre, p. 55