Hombre y mujer son iguales en dignidad, tienen la misma triple misión desde los orígenes y están llamados a cooperarse mutuamente en esta triple misión de ser imagen de Dios, generar descendencia, y dominar la tierra.

No obstante se advierten entre ambos características diferentes que constituyen el valor propio de cada uno y es en este aspecto donde se da precisamente la alteridad y el misterio. —Edith Stein y la formación de la mujer. Pag, 14