

Ni la tecnología ni siquiera las cienciassocio-psicológicas jamás lograrán dar la respuesta cabal a la pregunta fundamental y única del hombre, la cuestión del sentido de la vida. Solo cuando el hombre tropieza con su propio misterio, cuando experimenta hasta el vértigo la extrañeza de «estar ahí», de estar en el mundo como conciencia y como persona, solo entonces se plantea esta cuestión central: ¿Quién soy yo? ¿Cuál es la razón de mi existencia? ¿De qué manantial provengo yo? ¿Hay un porvenir para mí, y qué porvenir? Hoy no se llevan a cabo campañas, llenas de argumentos y de pasión, contra Dios. Simplemente se prescinde de él, se lo abandona como un objeto que ya no sirve. Es un ateísmo práctico, más peligroso que el sistemático, pues va inoculándose suavemente en los reflejos mentales y vitales. — Muéstrame tu Rostro. Pag, 43