El primer lazo que suele el demonio tender [para perju­dicar] a vuestra alma consiste en poneros delante de los ojos la imposibilidad de manteneros en el difícil camino de la vir­tud y alejaros siempre de los placeres a lo largo de cuarenta, cincuenta o sesenta años que os promete de vida.

A esta sugestión del demonio contestad: «¿Quién me ase­gura que llegaré a esta edad? Mi vida está en las manos- del Señor, y este puede ser mi último día. ¡Cuántos [de mi edad] se encontraban ayer alegres, sanos y de buen humor, y hoy los llevan al sepulcro! ¡Cuántos compañeros míos han desapare­cido de este mundo en la flor de la edad! ¿Y por qué no po­dría sucederme lo mismo?»

Y aun cuando debiésemos pasar fatigas algunos años por el Señor, ¿no quedarían sobradamente compensadas con una gloria y felicidad eternas en el paraíso? — Artículo «Astucias de que se vale el demonio pata engañar a la juventud»