

¿Seríamos más humanos si solo rodaran por el alma horas de felicidad? Pienso yo que todo hombre sensato debe asumir el cruzarse de la felicidad y el dolor lo mismo que ha asimilado y aceptado que tras el día venga la noche y lo mismo que sabe que «cada noche pare un día».
¿Es que la adversidad puede engendrar felicidad? Puede, al menos, engendrar muchas cosas: hondura de alma, plenitud de la condición humana, nuevos caminos para descubrir más luz, para acercarse a Dios. — Razones desde la otra orilla, cap. 3