

El Señor, en el Evangelio, nos dice, por ejemplo: «Que el más grande entre vosotros sea como el más pequeño, y el jefe como el que sirve». Bueno, esta palabra vale para toda comunidad, también para la familia. Así, el jefe de familia a quien hay que obedecer y que es mirado como el más grande, debe portarse como el más pequeño y hacerse el servidor de todos los suyos.
Tendrá cuidado de cada uno de ellos con tanta bondad como quisiera que le mostraran si estuviera él en su sitio. Será dulce y misericordioso con respecto a todos. Y ante la falta de uno de ellos, no se irritará contra él, sino que con toda paciencia y humildad le advertirá y le soportará con dulzura. Eso es vivir el santo Evangelio.
Tiene verdaderamente parte en el espíritu del Señor el que obra así. No es necesario, ya lo veis, soñar con cosas grandes. Es preciso volver siempre a la simplicidad del Evangelio. Y, sobre todo, tomar en serio esta simplicidad. —Sabiduría de un pobre, 24.