Cuando suene nuestra postrera hora, cuando se hayan callado los latidos de nuestro corazón, todo habrá terminado para nosotros, el tiempo de la exigencia y el tiempo del demérito… Es difícil llegar a ser santos; difícil pero no imposible. La senda de la perfección es larga, como también lo es la vida de cada uno. Así pues, no nos detengamos en el camino y el Señor no dejará de enviarnos el consuelo de su gracia; Él nos ayudará y nos coronará con el triunfo eterno. — Carta espiritual Padre Pio. Pag, 9