Realmente no puedo agradecer lo suficiente a Dios todo lo que ha hecho por mí. ¡Suya para el resto de la eternidad! Ahora me alegra de todo corazón haber llevado con alegría mi cruz con Jesús.  Hubo sufrimientos – momentos cuando mis ojos estaban llenos de lágrimas – pero Le doy gracias a Dios por todo. Jesús y yo hemos sido amigos hasta ahora. — Ven, sé mi Luz, cap. 1