Dejar de estar «enamorado» no tiene que significar que desaparece el amor. El amor en este segundo sentido, amor que es diferente a «estar enamorado», no es meramente un sentimiento. Es una unidad profunda, sostenida por la voluntad y deliberadamente fortalecida por el hábito; y en los matrimonios cristianos es una unidad que es reforzada por la gracia que ambos esposos piden y reciben de Dios.  — Cristianismo… ¡y nada más! Pag, 58