

El mundo de lo sensible acentúa esa sed de gozo, ofreciéndonos atractivo en todo lo que nos rodea: el cine, el gran predicador del materialismo y de la vida fácil; la propaganda del placer y del lujo que cubre los muros y va por las ondas: Todo nos predica el materialismo.
Y no es raro que nosotros caigamos también en ese materialismo práctico. De aquí que el mundo moderno se mueve y se agita, pero ha perdido el sentido de lo divino. Despertemos en nosotros ese sentido de lo divino, que se fundará en un conocimiento exacto de mis relaciones con Dios.
¡Dios! ¡Cómo ensancha el alma ponerse a meditar estas verdades, las mayores de todas! Es como cuando uno se pone a mirar el cielo estrellado en una noche serena. La razón nos lleva a Dios. Todo nos habla de Él: el orden, la metafísica, el acuerdo de los sabios, los santos y los místicos. Él es el que es: “Yo soy el que soy”.—Un fuego que enciende otros fuegos. Pag, 105