

Cristo, que es tu vida, está colgado delante de ti, para que tú te mires en la Cruz como en un espejo. Allí podrás conocer cuán mortales fueron tus heridas, que ninguna medicina habría podido curar, a no ser la de la sangre del Hijo de Dios. Si miras bien, podrás darte cuenta de cuán grandes son tu dignidad humana y tu valor. En ningún otro lugar el hombre puede comprender mejor lo que vale que mirándose en el espejo de la Cruz.