Dios es el Bien; no puede querer más que el bien. Pero, a diferencia del sol, que brilla sin nosotros y por encima de nuestras cabezas, ha querido que su bondad pase por el corazón de los hombres. Hay en eso algo de maravilloso y también de temible. Depende de cada uno de nosotros, por nuestra parte, que los hombres sientan o no la misericordia de Dios. Por eso la bondad es una cosa tan grande – La sabiduría de un pobre.